martes, 12 de febrero de 2008

El dolor de una mujer

Las mujeres siguen siendo víctimas de tratos injustos, o incluso inhumanos, alrededor de todo el mundo. Lejos de ser una realidad del pasado, este dolor sigue presente en nuestro mundo moderno. Presente en un hombre machista, en una cultura atrasada, en una guerra en la que la mujer “paga” que en la lotería de la vida le toco ser más débil físicamente que el hombre. Presente en todas las nacionalidades. En el primer y tercer mundo. En jóvenes y mayores.

En un pueblo del interior de España. Miles de miradas de vecinos que se clavan. El habla bajito de las mujeres, la hipocresía de los hombres. En mitad de todo esto, una mujer. Casada desde hace 20 años y con 4 hijos. El cuerpo y la cara descuidados. El cuerpo no esta tan descuidado por ella, de eso se encarga su marido. Restos morados en sus brazos y piernas. Una sonrisa agria que acompaña a uno de sus hijos mientras juega con la arena. Y el silencio. El silencio de una vida aparentemente apagada y condenada para el resto de sus días.

Calor abrumador en algún punto de África. Entre las ondas que surgen de las altas temperaturas divisamos un poblado. Muchas niñas, pocos niños. Todos ellos robados para ser soldados y alimentar las terribles guerras que allí acontecen. Habitualmente la situación de estos niños es la que se denuncia en los medios de comunicación. Pero, ¿y la de ellas? Hace poco escuche una noticia acerca de las terribles y repetidas violaciones que sufren muchas mujeres en Uganda. Son la otra cara del conflicto. Mujeres que sufren violaciones y vejaciones por parte de los soldados, y que, para colmo, al terminar su calvario, vuelven con sus familias para ser rechazadas por lo que han vivido. Injusto.

La película 4 meses, 3 semanas, 2 días. Reflejo del difícil y doloroso aborto de una joven que tiene que enfrentarse al régimen autoritario de su país. La clandestinidad, la soledad de una mujer que solo cuenta con la ayuda de una amiga.


Las mujeres son, en muchos casos, las grandes olvidadas de la sociedad. Denunciemos el maltrato que sufre la vecina de al lado o el abuso sexual de una mujer africana que sale en la televisión. No deben quedar callados. Ya lo están